Sin duda que la figura de Kenny Roberts es la referencia de aquella hornada de brillantes pilotos, pero antes de que el californiano aterrizara en el Mundial habían llegado Pat Hennen (el primer norteamericano que ganó un Gran Premio) en 1976, y Steve Baker (el primer campeón norteamericano, ganador del título de 750 en 1977) el año siguiente. Después, en 1978, llegó Roberts, y como reconocieron sus compatriotas en la celebración homenaje de MotoGP a los pilotos norteamericanos en Laguna Seca, en el pasado Gran Premio de Estados Unidos, «Kenny se encargó de abrirnos la puerta».En 1978 Roberts ganó el Mundial de 500, y desaparecieron de escena Hennen (tres meses en coma tras una terrible caída en el Tourist Trophy) y Baker, retirado tras una discreta temporada ’78. Pero Roberts no se quedó solo. En 1979 le acompañaron dos nuevos talentos yanquis: Mike Baldwin, campeón de la F-1 norteamericana, y un jovencito (19 años) pecoso y bromista llamado Randy Mamola, que no pasó desapercibido en el «paddock», con sus rizos, su gorra calada, y una camiseta de Mickey Mouse que usaba con cierta frecuencia.
Comienzos en 250
Mamola empezó corriendo en 250 con una Bimota con motor Yamaha TZ 250, y no tardó en hacerse notar con su estilo agresivo, muy descolgado, arrastrando muchísimo la rodilla por el asfalto. En aquellos tiempos, cuando todavía no se había desarrollado las deslizaderas que ahora conocemos, los pilotos gastaban metros y metros de cinta americana para protegerse las rodillas, y Randy debía ser uno de los pilotos que más necesita reponer existencias. Su paso por 250 coincidió con el dominio de Kork Ballington y la Kawasaki KR, pero Randy se hizo notar, y consiguió varios podios que le valieron la cuarta posición final de la temporada, un resultado más que notable para un piloto novato, que desconocía los circuitos, aunque estaba bastante familiarizado con la moto y la categoría, puesto que llegaba de ganar el campeonato AMA de 250.Pero no fue por su brillante andadura en 250 por lo que destacó Mamola. Cuando Baldwin se lesionó, Serge Zago, patrón de la Escuderia Adriatica, no dudó en poner a Mamola a los mandos de la Suzuki RG 500 privada de Baldwin, y en su debut, en Suecia, fue sexto, y en la siguiente carrera, Finlandia, en una complicada jornada marcada por la lluvia, Mamola fue segundo por detrás de Boet Van Dulmen. En Silverstone no pudo terminar, pero en Le Mans, el último Gran Premio del año, el californiano fue segundo en 250 y 500, donde secundó a Barry Sheene, en la última victoria del británico con Suzuki.Aquel podio marcó el relevo en el Team Suzuki Texaco Heron. El joven Mamola, a punto de cumplir 20 años, terminó siendo el sustituto del mítico Sheene, y con esa edad se convirtió en la referencia de la marca, por delante de otros mucho más experimentados que él, como Lucchinelli, Uncini, Rossi o Hartog, por hablar de los mejores hombres de Suzuki.SubirEl duelo con RobertsEl Mundial de 1980 fue una campaña complicada. Durante el invierno el ruido de sables de las World Series, el campeonato paralelo promovido por Kenny Roberts que finalmente no recibió el apoyo de los fabricantes, dejó enrarecido el ambiente, y posteriormente la suspensión de las dos primeras carreras, Venezuela (problemas económicos) y Austria (una tardía nevada dejó impracticable Salzburgring), además de la posterior anulación de Suecia (por motivos similares a los de Venezuela), dejó reducido el calendario de 500 a sólo ocho carreras.Roberts ganó las tres primeras encarrilando fácilmente el campeonato, mientras que Mamola logró algún podio, y conseguiría su primera victoria en el Mundial en Zolder (Bélgica), el sexto Gran Premio del año. Recuerdo que alguien escribió algo así como «Mamola corre como si no existiera el mañana», haciendo alusión a su agresividad. El joven Randy marcaba con su estilo un cambio de época: las limpias trazadas del clásico estilo europeo dejaban paso al más práctico y directo pilotaje norteamericano.En Silverstone, la penúltima cita, Mamola sumó otro triunfo, llegando a la última, Nürburgring, carrera sobre la que pesaba la amenaza de un plante por motivos de seguridad –que Roberts no hizo efectiva porque no tenía asegurado título–, pero al final la carrera se desarrolló, Roberts se limitó a controlar a Mamola, y consiguió su tercer título consecutivo, y Randy su primer subcampeonato.Al año siguiente la situación parecía inmejorable: Randy ganó la primera carrera, Austria, y fue segundo en Alemania tras Roberts, manteniendo el liderato, pero se retiró en Italia; Roberts ganó y se puso primero, pero en la siguiente, Francia, sólo fue quinto y Randy recuperó el liderato gracias a una segunda posición. Para entonces, Lucchinelli se había convertido en el tercer hombre del campeonato.Su victoria en Paul Ricard y su regularidad hizo que recortara la diferencia sobre Mamola, y aunque Randy ganó en Yugoslavia, la siguiente cita, Holanda, marcó el devenir del campeonato. En una jornada condicionada por la lluvia, Lucchinelli ganó con una superioridad aplastante, las Yamaha oficiales de Roberts y Sheene no arrancaron, y Mamola se cayó. El italiano entró en racha, ganó cuatro de las siguientes cinco carreras, y en la que cerraba el campeonato, Suecia, se limitó a asegurar la posición para hacerse con el título. Mamola volvió a ser subcampeón.SubirDe Suzuki a...Las oportunidades de la Suzuki se iban acabando. En 1982 Yamaha ya había comenzado a trabajar en su nueva V-4, Honda regresaba de forma oficial tras 15 años retirada del Mundial con la sorprendente V-3 y el no menos sorprendente Freddie Spencer. Mamola siguió con Suzuki Heron, con el ya arcaico motor cuatro en cuadro, y en un año marcado por los problemas no pasó de la sexta posición final, logrando una postrera victoria en la última carrera, Alemania. Sin embargo, el campeón fue Franco Uncini, con una Suzuki como la de Randy. No fue un año fácil, ni tampoco el siguiente, cuando la Suzuki ya no tenía la más mínima opción frente a la Honda y la Yamaha. Fue el único piloto que se subió al podio sin llevar una de estas motos, y su regularidad (cinco podios), le valieron la tercera posición, por delante del debutante Eddie Lawson.Se imponía un cambio de rumbo, pero, ¿hacia dónde ir? Cuando quiso darse cuenta, Randy estaba prácticamente sin equipo, y se perdió las dos primeras carreras del año, Sudáfrica e Italia. Se decía que se tomaba un año sabático para estudiar literatura en la universidad… Pero el caso es que Mamola entró en acción en el Jarama sobre una Honda NS 500, y fue segundo. Eran momentos difíciles para Honda, que asistía al comienzo del primer «annus horribilis» de Spencer. El campeón sufrió una terrible caída en Kyalami al romper una llanta de la NSR 500, y después sufrió otra más en Donington durante el Trofeo Transatlántico, así que no fue al Jarama, ni tampoco Wayne Gardner, un nuevo talento en ciernes. Así que Mamola, al recibir otra vez una moto competitiva, sacó a relucir su calidad.Ganó en Assen, Silverstone y Mugello, y sólo se quedó fuera del podio en una de las 10 carreras. ¿El resultado?: subcampeón, otra vez.SubirEn el equipo de RobertsLos dos años siguientes tampoco fueron completamente satisfactorios. La regularidad de 1984 la perdió por completo en 1985 (una victoria y dos podios más), y en 1986 respondió a la llamada de Kenny Roberts, que acababa de crear su propio equipo tras una breve y poco satisfactoria experiencia con una escudería de 250 en 1984. Roberts reclutó a los dos compatriotas de sus primeros tiempos, Mamola y Baldwin, y juntos defendieron los colores de Lucky Strike Yamaha. En 1986 Randy fue tercero, con una solitaria victoria en Spa, pero en 1987 entró en la lucha por el título desde la primera carrera, tras una magistral victoria en Suzuka bajo la lluvia. Randy, Lawson y Gardner se enzarzaron en una p